No voy a estar de parapeto”, dice el Presidente electo, al tiempo en que acusa a constructores -sin dar nombres que están a su alcance- de pretender hacer negocio con los terrenos en la zona del aeropuerto actual y el NAIM de Texcoco.
En la tragicomedia que vive en estos momentos el país con evangelios de austeridad y presunta anticorrupción, aparecen fotografías en redes sociales de José Ramón López Beltrán, primogénito de Andrés Manuel López Obrador, en el hotel Villa Magna de Madrid, cuya habitación tiene un costo de 500 euros diarios, más de 10 mil pesos.
El clima está enrarecido, el país mucho más dividido que el día después del triunfo de Andrés Manuel, ya que lo mismo se enfrenta con la prensa a la que bulea con el mote ‘fifí’, que con el Poder Judicial para debilitarlo como poder autónomo, igual con empresarios y todo aquel crítico de la farsa maquillada de consulta para justificar la quimera de Santa Lucía, como sistema abyecto de tres aeropuertos que funcionan solamente en la mente de Javier Jiménez Espriú, de López Obrador y de Germán Martínez Cázares.
El bienpagado ex presidente del PAN tiene su origen de su mercenarismo en odios acumulados, como otros que se unieron a la campaña del candidato de Morena a cambio de beneficios pactados.
Es importante exhibir el perfil de los defensores del absurdo en Santa Lucía, para saber a lo que nos enfrentamos. En el 2009, Germán utilizó la perversa fuerza del Estado con Felipe Calderón para implicar a alcaldes de Michoacán en narcotráfico, con el propósito de ganar la elección intermedia.
La estrategia fue un rotundo fracaso, perdió la Cámara de Diputados y más, y en lugar de renunciar a la presidencia del partido en el Consejo, corrió a Los Pinos a presentarla. A partir de este descalabro hubo cierta proscripción del panismo y se resguardó hasta la oportuna recolección de Andrés Manuel de desechos de partidos ubicados en las antípodas de la izquierda.
En esa atmósfera de violencia política que trata de someter a la libre expresión y a posiciones contrarias, se desató la reacción ciudadana en redes sociales y en medios de comunicación con una asertividad inédita. Los que en un principio dieron a López Obrador el beneficio de la duda, esta vez NO se quedaron callados.
Los que no votaron por la alianza Juntos Haremos Historia se dieron cuenta que Santa Lucía y la muerte de Texcoco es el cumplimiento de la revancha social. A un mes de tomar posesión como Presidente de la República, el tabasqueño metió al país en un escenario de división muy arriesgado, el preludio de un golpe de fuerza para aplacar a los adversarios.
Sin elementos confirmados a la mano, el Presidente electo, en un video mensaje (https://goo.gl/Qb9zG5) acusó en falso el 9 de octubre a la Secretaría de la Defensa Nacional de Salvador Cienfuegos Zepeda de ‘cesar’ al general encargado de la Base Aérea de Santa Lucía, por darle información a Jiménez Espriú.
El Ejército lo desmintió y aclaró que fue una baja programada por edad. No hubo disculpas, prueba del autoconvencimiento de la infalibilidad del líder.
Me informan que este miércoles sesionó la Asociación de Magistrados y Jueces del Poder Judicial. Los ataques a la autonomía y la Ley de Salarios Máximos que ordenó publicar en el Diario Oficial el presidente del Senado, Martí Batres Guadarrama, al vencer el plazo de Enrique Peña Nieto, los obliga a una estrategia donde la unión es vital, donde la ley interna los compromete a defender la independencia de los juzgadores a los primeros síntomas de intromisión.
Me gustaría decir que esta columna es una metáfora del Día de Muertos… no es así.